jueves, 26 de marzo de 2009

Grazas, Fernando, por este libro


Tal vez una asignatura obligada por ley debería ser que los adultos viviéramos dos días, solo dos días, en un país extranjero sin dinero, sin trabajo y sin conocer el idioma.
Un rato antes, Khakim me había parecido un tipo poco recomendable, de aspecto desastrado, del que podría haberse esperado que me robase la cartera. Ahora, al conocer la terrible peripecia vital de este hombre valiente y culto movido por el amor, me avergoncé de mí mismo, porque lo había juzgado, casi únicamente, por su barba de varios días.
... A nosotros, cuando despertamos el segundo día de la guerra, también nos habían convertido en insectos.
Y calló, comenzando un silencio de muchos días.

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